23 de julio - Renunciar a la terquedad - Sólo Por Hoy
«Queremos y exigimos que las cosas salgan siempre a nuestro modo. Deberíamos saber por nuestra experiencia pasada que nuestro modo de hacer las cosas no funcionaba.»
Texto Básico, p. 108
Cuando vivimos en base a la terquedad, vamos más allá de pensar por nosotros, pensamos exclusivamente en nosotros. Olvidamos que somos sólo una parte del mundo y que la fortaleza personal que tenemos procede de un Poder Superior. Hasta somos capaces de imaginar que los demás existen únicamente para responder a nuestras exigencias. Rápidamente vemos que estamos en desacuerdo con todo y todos los que nos rodean.
A esta altura tenemos dos alternativas: o continuamos esclavizados a nuestra terquedad, haciendo exigencias absurdas y frustrándonos porque el planeta no gira a nuestro antojo; o nos rendimos, nos relajamos e intentamos conocer la voluntad de Dios y tener la fortaleza para cumplirla, y encontramos la manera de reconciliarnos con el mundo. Pensar, tener iniciativas, hacer planes responsables, no tiene nada de malo siempre y cuando sirvan a la voluntad de Dios; no solamente a la nuestra.
Sólo por hoy: Me propongo hacer la voluntad de Dios, no la mía. Si me sorprendo en desacuerdo con todo lo que me rodea, renunciaré a mi terquedad.